viernes, 28 de febrero de 2014

HOMENAJE A LA “GRANSTRONOMIA” PERUANA


Como muchos de ustedes saben el estar lejos de tu país por un largo periodo de tiempo, como era mi caso, me hacía extrañar mi país, mis costumbres y sobre todo algo que el peruano que anda lejos de su tierra, extraña más; sí, ustedes lo saben, la comida, nuestra gran gastronomía, o “GRANSTRONOMIA PERUANA” como yo la hago llamar.
Recuerdo la primera vez que llegue al Perú de uno de mis viajes, era de noche, se sentía bien el llegar a tu patria, ver tu gente, abrazar a tu familia y amigos , pero lo más difícil fue al día siguiente: ¿Que comer? en la mañana me rompía la cabeza decidiendo en irme a desayunar y pensaba: Una chicharroneria!, si como no, ese pedazo de chancho bien crocante, cubierto de un par de rodajas de camote frito cual dulzura se alea divinamente con los misteriosos sabores una salsa de cebolla criolla, todo esto, atrapado por los dominios de un pan caliente y aromático; o elegir un saltado de lomo, hummmm, bien hecho al estilo sudado, con cebolla, tomate y vinagre, todos fusionados extraordinariamente; y por supuesto para terminar la faena un pan francés(peruano debería ser)para partirlo por pedazos y usar cada uno de ellos para disfrutar ese jugo de sabor alucinante que se queda en el plato, hasta dejarlo sin rastros de él, pero me acorde a la vez del tamalito, esa masa amarilla de maíz  bien despachada en su interior con pollo o chancho, partiéndolo por la mitad con el cuchillo esperando que emane ese humito, que a su vez evoca un aroma sin igual que hace que nuestras sensaciones de apetito se enciendan aun mas y una vez abierto, bañarlo de la salsa criolla que lo hace saber colosal. Hay Dios mío que difícil elegir.
Si eso me pareció difícil, venia lo más dificultoso, elegir donde almorzar, como diría La Pirula , Chesss…., primero se me vino a la mente, sin lugar a dudas, lanzarme sin precedentes por un ceviche, esa mixtura de productos marinos, todos como es su costumbre bien mojados, pero esta vez con zumo de limón, bien acompañado con harta cebolla dejando que esta adhiera su jugo también, por supuesto todo bien sazonado por una mano peruana cevichera y con un punto de ají  al gusto del cliente, pero el que menos lo pide bien picante, a lo peruano y usarlo de pretexto para pedirte una cervecita bien helada para acompañar, a su costado una buena porción de yuca o camote y definitivamente de la crocante canchita serrana, una prueba más para saber que el Perú es una extraordinaria mezcla de culturas en una culminación sensacional, claro me olvidaba, para terminar el plato, cogerlo de los lados y beber con la boca pegada al plato, esa alucinante leche de tigre que mas la cerveza, me deja listo para el ring de las 4 perillas. Pero me dije, y si me animo por un criollo, y se me vino a la mente un ají de gallina, aunque ahora es de pollo, pero sin lugar a dudas, la diferencia, la marca esa  salsa de color peculiar que es una perfecta combinación de ingredientes ingeniosamente añadidos uno tras otro, compartida con hilachas  de pollo o gallina, todo adornado elegantemente con un trozo de huevo, una bronceada aceituna y debajo de ellos una fresca y verduzca hoja de lechuga, claro todo esto soportados por un par de rodajas de papa cocida en el fondo y acompañada, si eres bien peruano, de un infaltable arroz blanco perfectamente graneado; o un arroz con pollo, como diría la gente del Callao, Ay mi Sarita!, ese arroz bien graneado, vestido con un incomparable aderezo verde que solo se degusta en el Perú, y si le caes bien a la tía te da doble presa y bien grandes, pecho y pierna, sí, como vedette y recuerda que el culantro ya lo lleva en la salsa, todas bañadas hasta los huesos, de esa salsita verde que tiene un no sé qué, pero que en el Perú si sabemos de que, ah y claro a su costado le agregas esa salsita criolla que anda en todas las comelonas. Pero no hay segundo sin primero en este caso una entrada, y en eso dije sin pensarlo 2 veces, su papa a la huancaína, esa crema divina que se puede comer con todo lo que se te antoje, y si cualquiera revisa la receta dice: Esta receta es ingenio peruano, no hay duda!, también decorada con ese trió colorido sin igual, el huevo, la amorenada aceituna, y la fresca lechuga, una triada perfecta combinación de sabores y colores; ¿pero que dije antes?, ¿sin pensarlo 2 veces? y exclame, causita estás hablando de comida peruana hay más de que elegir, y me acorde de la causita limeña, esas capas de papa prensada con su inigualable toque peruano, relleno de pollo o atún, bañados de una deliciosa mayonesa casera hecha a mano, y como es costumbre bien adornada de ese trió(huevo, aceituna y lechuga) que ameniza todos los buffets gastronómicos con su color y sabor, como cual trió de música criolla amenizan las alegres jaranas peruanas.
Y cuando acabas viene el mesero, que como todos, tienen comisión para sugerirte el postre y como tienes cara de tacaño que no va a dejar propina, decide sugerírtelo, y empieza el desgrampado, que le gustaría, un delicioso suspiro a la limeña con un inigualable manjar blanco en el fondo, que lo hará lamer hasta el último residuo de él en la cuchara y empalagarse sublimemente hasta la próxima semana o una riquísima mazamorra morada, dulce y sabrosa tal fémina peruana y que además guarda en ella los secretos más recónditos de nuestra repostería, además que ya habías disfrutado durante el banquete de una refrescante chicha de el mismo maíz morado que como por arte de magia te pide repetirlo de nuevo en otra de sus versiones.
Y después llegó la noche, si mis lectores, y me dije ya me dio hambre y estaba entre un pollito a la brasa bien jugoso con ese toque único que le da su bien sazonado pellejito que nos hace pecar devorándolo desenfrenadamente, sin importar la dieta que lleves; tal vez un anticuchazo, ese mismo, hecho de manos morenas peruanas, que años atrás usaban sus manos toscamente para recolectar algodón, y ahora en estos días las usan para deleitarnos sutilmente con el anticucho, choncholí o pancita, y darnos una estocada final de dulzura con ese riquísimo Picaron en miel de higo que hace suspirar a cualquiera, o un chifita, si ir donde el chino de la avenida para que te prepare un buen arroz chaufa, que para el mundo seria arroz frito al estilo peruano, no hay duda que ni el chino, tan celoso de su cultura, no se pudo resistir a nuestra sazón y dejo que fusionemos nuestras recetas, dando como gran resultado un estilo de comida singular que se ha vuelto tan popular que ha originado que no tengamos 100 restaurantes de comida china, como en todas partes del mundo, sino restaurantes chifa que orgulloso lo exclamamos al mundo, y por supuesto cualquiera de ellos acompañado de una agua gaseosa de color dorada como el Dios Inti, que tiene un sabor tan original que nadie sabe a qué sabe, pero que sabe y bien,  además es  también  resultado de esa imaginación envidiable que nos hizo fusionar culturas gastronómicas foráneas con la nuestra y crear más de 190 platos que nos sitúan en la 4ta plaza de las más variadas gastronomías en el mundo.
Y bueno, sé que me olvidé de muchos platillos sensacionales, como esa suculenta patasca serrana que cae tan bien en las mañanas tanto como un buen café, ese siempre tentador olluquito con charqui, que es tan bueno que ya lo deberían santificar, la gran carapulcra que no cuesta mucho hacerla, pero que cuesta mucho no pedir un repeticua, o ese Juane, jugoso y sabroso que como Don Juan Tenorio, es todo un conquistador pero  de paladares.
Ahora solo falta que corras a un restaurant peruano y le des vuelta a un platito, espero haber abierto tu apetito, porque el mío ya se abrió.
Provecho y hasta la próxima…….!

Jorge Horna  

                                                                                                                                  

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